En 2024, más del 80% de las brechas de seguridad involucraron el uso de credenciales comprometidas, según datos de Verizon DBIR. Esta estadística no es una excepción, sino una tendencia que se ha consolidado en los últimos cinco años. La identidad se ha convertido en el nuevo perímetro, y protegerla —más allá de la superficie tradicional— es ahora una necesidad estratégica para cualquier organización que busque resiliencia digital.
Un estudio reciente de CyberArk reveló que el 93% de las organizaciones han experimentado al menos un incidente relacionado con la gestión de identidades en el último año. A medida que las superficies de ataque se amplían con modelos de trabajo híbridos, la adopción de nubes múltiples y la automatización basada en DevOps, los atacantes han redoblado sus esfuerzos para explotar los accesos —no solo los privilegiados, sino cualquier identidad con permisos valiosos.
Durante años, el enfoque tradicional en la gestión de accesos se limitaba a mecanismos como el SSO (Single Sign-On) o el uso básico de autenticación multifactor (MFA). Sin embargo, el panorama actual exige una visión integral, que contemple no solo el acceso inicial, sino el ciclo completo de vida de la identidad, desde su creación, uso, monitoreo, hasta su revocación.
Esto implica evolucionar hacia lo que hoy se conoce como Plataforma de Seguridad de Identidad. Un marco unificado que orquesta múltiples capacidades en tres grandes dominios:
Según Gartner, para 2025 el número de identidades en las organizaciones se habrá multiplicado por tres en comparación con 2020, impulsado no solo por usuarios humanos, sino por identidades de máquinas, microservicios, bots y workloads en entornos híbridos y multicloud.
Esto plantea nuevos desafíos:
Además, los atacantes han sofisticado sus técnicas. Ya no buscan únicamente explotar vulnerabilidades técnicas, sino que emplean tácticas de ingeniería social, movimientos laterales y explotación de configuraciones débiles de identidad para infiltrarse sin ser detectados.
Una estrategia moderna y efectiva debe incluir capacidades que permitan:
Invertir en el aseguramiento de identidades no es solo una decisión técnica, sino una acción que impacta directamente en la continuidad del negocio, la reputación organizacional y el cumplimiento legal. Una estrategia de identidad robusta permite:
Desde B-SECURE, apoyamos a organizaciones de todos los tamaños en la adopción y maduración de estrategias de seguridad de identidad. Implementamos soluciones de gestión de accesos privilegiados (PAM y vPAM), autenticación robusta (MFA), SSO, navegación segura y control de sesiones, todo sobre un enfoque integral basado en la plataforma de seguridad de identidad de CyberArk.
Más que soluciones puntuales, trabajamos en arquitecturas que integran seguridad, usabilidad y gobernabilidad, alineadas con los objetivos del negocio y las exigencias del entorno regulatorio y de amenaza actual.
En un mundo donde cada identidad representa una posible vía de ataque, proteger el "quién accede a qué" no es opcional. Es esencial.
¿Tu organización está preparada?