Las amenazas sobre las aplicaciones son variadas y pueden llevar a la pérdida de información sensible, la afectación de la productividad y reputación o, peor aún, a pérdidas financieras a causa de su indisponibilidad o degradación.
A pesar de ser desarrolladas con la seguridad como premisa, todas las aplicaciones presentan en algún punto vulnerabilidades que ponen en jaque a las organizaciones. Ya sea una no descubierta previamente (día cero), una próxima a ser parchada, un sistema fuera de soporte, o algún otro problema, las vulnerabilidades están ahí, esperando a ser explotadas. Debido a esto, la seguridad de las aplicaciones debe estar en la lista de prioridades de las organizaciones.