En la era digital, las aplicaciones hacen parte de las joyas de la corona. Esto lo saben muy bien las organizaciones, pero también los diferentes actores (criminales, hacktivistas, gobiernos, etc.) que buscan vulnerarlas para afectar sus operaciones, obtener información o simplemente cometer fraudes. Lo preocupante es que muchas de ellas cuentan con serios problemas de seguridad concebidos desde su diseño, que les facilita el trabajo a los atacantes.